18 abr de 2011

Al cierre


Había prometido publicar otras dos partes de mi último post, “Cerrado por demolición”. Han pasado muchos días sin que tuviera esa posibilidad. Ya no lo haré, porque en definitiva lo que tenía pendiente sólo agregaría un contenido de tipo ensayístico. Lo fundamental, la denuncia, ya está hecha, y queda el testimonio. Me ahorro esos textos con el fin de sumar otras páginas a nuevos proyectos.


Estoy muy agradecido a todos los que han escrito comentarios y me han ofrecido solidaridad, porque, aunque les parezca mínimo, es un alimento imprescindible para llevar la vida adelante. De alguna manera, aunque a veces demoro en poder saberlo, siempre he terminado poniéndome al tanto de lo que comentan y me escriben. Pero lo cierto es que ya no podía publicar con la frecuencia necesaria, ni con seguridad, no sin perjudicar a otras personas que me ayudaban. Gracias.


El blog “Hombre en las nubes” es un capítulo maravilloso de mi vida, no me arrepiento. Claro, tampoco yo soy quien lo cierra —“por ahora”, oigo en mi interior la vocecita de la tentación—, yo denuncio precisamente mi miedo —no tanto por mí, sino por mi familia—,  las causas que lo originan, porque nadie es culpable de sentir miedo. “Nadie. Absolutamente nadie”, dice el magnífico escritor Eliseo Alberto en el libro de memorias Informe contra mí mismo


Lo que será más difícil de cerrar o cortar es la necesidad de una libertad de expresión plena, derecho inalienable que conecta corazones y no depende de ningún cable. Así que seguiremos viéndonos en ese sitio hermoso.

La serie televisiva “Las razones de Cuba”, que lanzó un nuevo catálogo de agentes infiltrados en la sociedad cubana, con el cauce que tomaron los destapes, pone en evidencia una nueva etapa de control o presión oficial sobre la cultura y la intelectualidad nacionales, como si ya no fuera extremadamente raquítico el margen de vida natural que nos quedaba para nuestro desarrollo. El acto supuestamente maestro de estos “agentes” no ocurrió antes ni después de su salida en televisión, sino que sólo ahora han venido a lograr algo de verdadero impacto, y es esto: la mezcla de ira, decepción, náusea, miedo, vergüenza, pena ajena, remordimiento, etc., que puede encontrarse siguiendo el rastro que dejaron entre todas las personas manipuladas —colegas, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, etc.—, a quienes trataron de provocar y atraer con falsos proyectos que ellos mismos fabricaban. Se apuesta al asco como un sentimiento paralizante. Ahora, cuando está por empezar a funcionar el cable coaxial que llegó a costas cubanas, y a todos los niveles trata de limitarse el acceso a las nuevas tecnologías, violando despampanantemente la privacidad del correo, con lo que se viola la Constitución Cubana, quizás está concretándose el golpe punitivo, la censura que los intelectuales esperábamos desde la “crisis de los emails” en 2007. Criminalizar la intelectualidad y ese apego natural a la libertad de expresión.